Ya hemos hablado en otras ocasiones de muchos de los cambios políticos y sociales que se vivieron en la época de la reina Isabel y, este que nos atañe en esta ocasión, quizás sea uno de los más significativos. Sucedió hace ahora 550 años, poco antes de su ascenso al trono, en una villa muy ligada Isabel, en un momento político y social muy delicado, justo antes de un encuentro entre el rey, Enrique IV, y ella, la Princesa de Asturias, que traería algo de calma a la convulsa Castilla de aquellos años, cuando aún muchas ciudades y nobles estaban posicionándose en uno u otro bando.

Este concilio fue convocado por el arzobispo de Toledo, Alonso Carrillo, en aquel momento partidario del bando de Isabel, en la iglesia de San Juan de Aranda de Duero y se celebró entre los meses de octubre y diciembre de 1473. Parece ser que la primera sesión tuvo lugar durante los primeros días del mes de octubre en el desaparecido Monasterio de San Pedro en la cercana Gumiel de Izán y luego el concilio se trasladó a la villa de Aranda, donde se clausuraría el 5 de diciembre de 1473.

Iglesia de San Juan. Siglos XIV-XV. Aranda de Duero.

¿Por qué en Aranda?

No está muy claro la elección de la ciudad ribereña como sede principal de este concilio, pero pudieron intervenir varios factores. Por un lado, la situación geográfica de la villa, situada en una importante encrucijada de caminos, marcada por el eje Norte-Sur y por la principal vía que en aquel momento unía los reinos de Castilla y Aragón. Y, por otro lado, la situación política del momento que había llevado al arzobispo Carrillo a Aranda acompañando a la princesa Isabel. El objetivo de esta visita fue confirmar a los arandinos los privilegios de la villa que hasta ese momento estaba en manos de la reina Juana de Avís y que, tras una revuelta, habían puesto en manos de la princesa.

El lugar elegido, la iglesia de San Juan (actualmente Museo de Arte Sacro), el templo más antiguo que conserva la Villa, situado frente a la Casa de las Bolas (actualmente Museo colección Félix Cañada), residencia de Isabel en sus estancias en Aranda, en la parte más alta de la localidad. El aspecto actual del templo se configuró durante los siglos XIV y XV aprovechando elementos anteriores.

Su importancia a nivel eclesiástico, político y social

Teniendo en cuenta los factores anteriores y el poder que la Iglesia tenía en aquel momento en la vida política y social de la Castilla del siglo XV, la repercusión de este concilio traspasó los límites de lo eclesiástico afectando a cuestiones sociales y, por supuesto, políticas. Y más aun teniendo en cuenta que quién lo convocó se estaba jugando mucho a nivel político en ese momento.

De los 29 cánones en los que se expone lo acordado en el Concilio, se desprenden muchas acciones eclesiásticas promovidas por la presión social a la que la Iglesia se estaba viendo sometida desde hacía ya tiempo. La mayor parte de estos cánones se centran en una reforma en el modo de vida que llevaban muchos eclesiásticos en ese momento. El pueblo se quejaba de la incompetencia de algunos de los representantes eclesiásticos, que ni siquiera sabían latín; de la falta de decoro y de la vida libertina llena de concubinas e incluso esposas; de abusos de poder, de vidas lujosas, etc. Otras de las acciones están más centradas en asuntos propiamente eclesiásticos, recordando las obligaciones que tenían los clérigos a la hora de administrar los sacramentos y las consecuencias de no hacerlo correctamente. Y otro canon que trajo consecuencias directas a la vida cultural de aquella época: el que prohibía las “representaciones deshonestas mientras se realizan los oficios divinos”. Refiriéndose al teatro castellano, esas representaciones teatrales se solían realizar en las puertas de las iglesias y en muchas ocasiones eran tachadas de deshonestas y de provocar la distracción de los fieles que acudían a los oficios.

La parte política podemos decir que es intuitiva, no aparece escrita en ninguno de esos cánones, pero hay varios historiadores que, teniendo en cuenta la situación política del momento y de la posición que ocupaba el arzobispo Carrillo por aquel entonces, ven poco probable que éste no aprovechara la situación para afianzar los apoyos al bando de Isabel o incluso de conseguir más apoyos para la causa. Hay algunos historiadores que apuntan que, en paralelo al concilio, hubiera una asamblea del clero donde se hablara de estos temas políticos.

Índice de capítulos del Concilio de Aranda. 1473.

Alonso Carrillo de Acuña, arzobispo de Toledo. 1508. Juan de Borgoña. Pintura mural. Catedral de Toledo.

Si el clero participaba e influía abiertamente en la vida política y monárquica en la Castilla de aquel momento, ¿Isabel podría haber influido en Carrillo para que convocara este concilio?

Se sabe que unos meses antes de este concilio el cardenal Rodrigo Borja, el futuro Papa Alejandro VI, había celebrado otra asamblea a la que asistieron los partidarios de Enrique. Aunque Borja, tras haberse reunido con Isabel y Fernando, se declaró a su favor y parece ser que pidió a Carrillo que celebrara otra con los partidarios de Isabel. Pero teniendo en cuenta las inquietudes religiosas de Isabel, podríamos pensar que quizás ejerció su presión en Carrillo para que convocara el concilio que “sanearía” la vida del clero. Pero seguramente Isabel, en ese momento estuviera más preocupada por su futuro como reina de Castilla que por la situación del clero.

En resumen, podríamos decir que hay quienes han querido ver que este concilio fue tan sólo una excusa para afianzar el partido isabelino en un momento crucial, pero la mayoría de los estudios apuntan a que el objeto del concilio fue la reforma eclesiástica, aunque ya que estaban todos reunidos aprovecharan para hacer visibles sus apoyos a la Princesa de Asturias. Leyendo a unos y a otros, y teniendo en cuenta acontecimientos anteriores y posteriores a este concilio, podemos intuir que, aunque se convocara con fines religiosos, las cuestiones políticas no estuvieron exentas en las conversaciones de los asistentes.

Por David García Esteban.

Historiador del Arte, conservador y gestor cultural.

BIBLIOGRAFÍA:

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