A lo largo de su vida, debido a su posición y a la condición de corte itinerante que presidió gran parte de su existencia, la reina Isabel I de Castilla recorrió un sinfín de localidades en las que pasó más o menos tiempo y a las que estuvo más o menos ligada. En esta ocasión nos vamos a detener en la estrecha relación que mantuvo con una de esas localidades castellanas en las que pasó parte de su juventud y a la que estuvo ligada en varias ocasiones a lo largo de su ajetreada vida: la Villa Real de Aranda de Duero.

Esta castellana villa de realengo que en el siglo XV contaba con unos 4500 habitantes está situada en un importante cruce de caminos, en una zona fértil bañada por las aguas del Duero, del Bañuelos y del Arandilla, y con sus famosas bodegas que tienen ricamente horadado el subsuelo de la villa (con más de 7 km de galerías) testigo de su fuerte tradición vitivinícola. Villa bien protegida, además de por sus ríos, por un recinto amurallado que circundaba y protegía a gran parte de la población.

Fachada de la Casa de las Bolas (Aranda de Duero).

Además, esta villa contaba con una casa palacio en su zona más alta, junto a la iglesia de San Juan, en la que Isabel se alojaría en varias ocasiones. Todo apunta a que esta casa palacio es la actualmente conocida como la “Casa de las Bolas”, de la que se conserva una coqueta fachada, muy sencilla, realizada en sillares de piedra con una puerta en arco de medio punto y una pequeña ventana decorada con una hilera de bolas que se repite en la línea de imposta que remata la parte superior y que acabaron dando nombre a la casa.

La relación de la reina Isabel con esta villa castellana la podemos dividir en dos momentos diferentes: antes y después de 1473, fecha en la que, como veremos más tarde, arandinos y reina estrechan sus lazos.

Sabemos por la crónica de Diego Enríquez del Castillo que probablemente el primer contacto de la por entonces infanta Isabel con la villa de Aranda de Duero fue hacia 1462, cuando residía junto a su hermano Alfonso en la corte, bajo la protección del rey Enrique IV (su medio hermano). Debido a los constantes viajes del monarca, los hermanos residían en la casa de la Reina, su cuñada Juana de Avís, quien tras el nacimiento de la princesa Juana (Madrid, 1462), decide volver a establecer su casa en Aranda, a la que estaba muy ligada ya que era de su propiedad. Por aquel entonces Isabel contaba con once años y según las crónicas pasó allí una larga temporada, ya que en 1463 tanto Diego Enríquez, como Guiguelle (uno de los responsables de la casa de la Reina) la sitúan allí cuando dejan por escrito que reina, princesa e infantes se encontraban bien y en buen estado de salud: “los señores infantes, vuestros hermanos, están mucho gentiles”.

Pero al poco tiempo la situación política cambia en el reino de Castilla. Resumiéndolo mucho, se puede decir que empiezan a surgir detractores del rey, del que, dejando de lado a su hija Juana, consiguen que nombre heredero a su hermano Alfonso, al que acabarán nombrando rey de Castilla a través de la Farsa de Ávila (1465). Al poco tiempo Alfonso fallece e Isabel es ratificada heredera al trono de Castilla a través del Tratado de los Toros de Guisando (1468) y empieza a haber tensiones y posicionamientos de nobles y ciudades en favor de uno y otro bando.

Iglesia de San Juan (Aranda de Duero).

Es en este contexto cuando la villa de Aranda toma partido por la causa de Isabel. Ya se había sentido agraviada por la reina Juana, cuando ésta, a finales de 1469, entrega la villa a la condesa de Tendilla, pero la situación en la villa empeora aún más cuando en 1472, la reina Juana permite que el conde de Miranda señoree sobre la villa, lo que seguramente conllevaría el fin de gran parte de los privilegios que Aranda tenía como villa de realengo. Tras unas disputas, los arandinos ponen su villa en manos y protección de la princesa Isabel y la juran como heredera. Hernando del Pulgar nos lo cuenta en su crónica de la siguiente manera: En 1472, los príncipes fueron a la villa de Alcalá de Henares. “Y estando en aquella villa con el Arzobispo de Toledo, algunos principales de la villa de Aranda de Duero, que era de la Reina Doña Juana, rebelaron contra ella, e pusieron la villa en el señorío de la Princesa; y echaron de la villa la justicia y todos los oficiales que estaban puestos por la Reyna Doña Juana”.

Pero es el 6 de octubre de 1473 cuando tiene lugar el acto en el que los arandinos ponen su villa en manos de la princesa Isabel y esta confirma a la villa de Aranda todos sus privilegios y exenciones. Una de las cosas más curiosas de este acontecimiento es que tuvo lugar extramuros de la ciudad, antes de cruzar el puente sobre el Duero, “en el arrabal de allende Duero de la villa de Aranda”, algo muy significativo, ya que de esta manera los arandinos se aseguraban sus privilegios antes de que la princesa entrara en la villa.

Fue durante esta estancia en la localidad burgalesa cuando se celebró el Concilio de Aranda, otro interesante capítulo en la historia de la Castilla del siglo XV que trataremos en otra entrada, en la iglesia de San Juan, situada frente a la casa palacio donde residía la, para los arandinos, “princesa primogénita e legítima heredera”. Su estancia se prolongó durante unos meses, pasando allí la Navidad junto a Fernando y su hija Isabel en espera a que su querida Beatriz de Bobadilla le avisara para acudir a Segovia y reunirse con el Rey para intentar volver a acercar posturas después de alejamiento que sufrieron como consecuencia de los enfrentamientos políticos por la herencia al trono. Por este motivo Isabel abandona la villa de Aranda el 28 de diciembre de 1473.

A partir de este momento, los lazos de unión entre Isabel y Aranda seguirán dando sus frutos, ya que, aunque la reina siguió pasando por la villa del Duero, podemos decir que lo hizo más de manera técnica, debido a la situación estratégica de esta ciudad con respecto a destinos habituales de los monarcas, ya que se encuentra muy bien situada en los caminos que unen Aragón y Castilla. Pero también hay que señalar que el día a día de los arandinos estuvo muy presente para la reina de Castilla. Gracias a varios documentos que se conservan en el Archivo Municipal de Aranda de Duero, comprobamos como la Reina velaba por solucionar los problemas que sufrían los arandinos.

Así, podemos decir que estuvo muy pendiente de la vida política, solucionando algunos problemas que surgieron con los regidores que no acudían a las sesiones del Ayuntamiento, y velando por el bienestar de la ciudadanía, mandando crear una casa del peso para evitar la picaresca de los molineros, patrocinando las obras de la iglesia de Santa María, con su espectacular fachada, o solucionando el problema de salubridad y seguridad ciudadana que suponía el céntrico callejón del Pozo y que dio origen al famoso plano de 1503, el plano urbano en perspectiva más antiguo de España.

El plano urbano de Aranda de Duero en el año 1503. Archivo General de Simanacas (Valladolid).

Esta estrecha y, en gran parte, desconocida relación de la reina Isabel con la villa burgalesa de Aranda de Duero nos muestra que la corta vida de la reina Isabel dio para tanto, que muchos de los aspectos, anécdotas y curiosidades de su vida siguen siendo, para muchos, unas grandes historias para descubrir.

Por David García Esteban.

Historiador del Arte, conservador y gestor cultural.

 

BIBLIOGRAFÍA:

DOMINGUEZ CASAS, Rafael. Arte y etiqueta de los Reyes Católicos. Artistas, residencias, jardines y bosques. Alpuerto. Madrid. 1993

AZCONA, Tarsicio de. Isabel la Católica: vida y reinado. La esfera de los libros, 2004.

PULGAR, Hernando del. Crónica de los Señores Reyes Católicos Don Fernando y Doña Isabel de Castilla y de Aragón. Edición Facsimil. Valladolid 2011. Editorial Maxtor.

SANZ ABAD, Pedro. Historia de Aranda de Duero. Ayuntamiento de Aranda de Duero, Diputación Provincial de Burgos, 1975.

VV.AA. Los Reyes Católicos en el Archivo de Aranda. Fundación Instituto castellano y leonés de la lengua. 2004.

VAL VALDIVIESO, Mª Isabel del. El reinado de los Reyes Católicos y su repercusión en la comarca de Aranda de Duero. Universidad de Valladolid.