Oración en el Huerto. Sandro Botticelli. Hacia 1500.

¿Por qué nos sorprende la inclusión de una obra de Botticelli entre la gran colección de pintura de la reina Isabel?

Principalmente porque se sale del gusto estético que marca toda la colección de la monarca castellana, considerada una de las mejores colecciones de pintura de la Europa de aquella época. En entradas anteriores de este blog hemos hablado de la colección de arte de la reina Isabel y de su gusto estético (Isabel de Castilla y su inclusión en el mundo del Arte), muy marcado por la influencia de la pintura flamenca de corte religioso (aunque también atesoraba alguna tabla de temática pagana, retratos o paisajes) y con artistas como Rogier van der Weyden, Michael Sittow o Juan de Flandes, entre muchos otros. Teniendo todo esto en cuenta, es normal que sorprenda que haya una tabla de un artista de Renacimiento italiano entre tanto flamenco y castellano.

La pintura en concreto es la Oración en el Huerto de Sandro Botticelli y se encuentra dentro de ese lote que, según lo dispuesto en su testamento, decidió donar a la Capilla Real de Granada, donde se encuentra en la actualidad.

Pero, ¿quién era Sandro Botticelli?

Detalle de la Adoración de los Reyes Magos. Sandro Botticelli. Galería Uffizi (Florencia). Supuesto autorretrato de Botticelli.

Sandro Botticelli (1455-1510) fue un artista italiano, florentino, del Quattrocento. Está considerado como uno de los grandes representantes del Renacimiento italiano. En realidad, su nombre original es Alessandro di Mariano di Vanni Filipepi, aunque se le conoce popularmente como Sandro Botticelli, apodo heredado probablemente de su hermano mayor según apuntan varios historiadores.

Vivió en uno de los periodos artísticos más trascendentales, el Renacimiento, y además lo hizo en Florencia, que en ese momento era uno de los centros culturales más importantes de Europa. No hay que olvidar que gran parte de su obra se desarrolló bajo la sombra de los Médici, grandes mecenas y coleccionistas.

Giorgio Vasari en sus “Vidas” describe los orígenes artísticos de Botticelli de la siguiente manera:

<<Sandro, que era despierto hacía por el dibujo, y enamorado de la pintura, se dispuso a volcarse sobre aquella. Sincerándose con su padre, y este que conoció de sus inclinaciones, se lo llevó a fray Filippo del Carmina, muy sobresaliente pintor entonces para que a aprendiese de él, tal como Sandro deseaba. Quién se dio pues a este arte, y siguió e imitó al maestro el suyo, que fray Filippo le cogió cariño, enseñándole de manera que alcanzó un grado que nadie lo hubiera considerado>>.

Sus obras se caracterizaron por su gran maestría en el dibujo y su delicadeza a la hora de representar el cuerpo humano. Gozó de gran admiración en su época dentro y fuera de su círculo, pues fue uno de los pocos artistas que consiguió exportar alguna de sus obras en vida. Pero parece ser que debido a que llevó una vida un tanto “desordenada” murió en la miseria. Durante mucho tiempo su obra estuvo relegada a un segundo plano, pero a partir del siglo XIX volvió a ser admirada y él considerado por muchos como un visionario.

Si analizamos su producción artística vemos que hay una amplísima variedad de temas, que van desde los retratos y las representaciones paganas como Venus y Marte (h.1485), La historia de Nastagio degli Onesti (1483), La primavera (h. 1480) o El nacimiento de Venus (h. 1484) a una extensa obra de pintura religiosa donde destacan sus Madonna, Anunciaciones o Adoraciones de los Magos, y en la que está incluida esta pintura que la reina Isabel quiso para su colección: La Oración en el Huerto (h. 1500).

¿Qué tiene de especial esta obra?

La obra en sí consiste en una pintura sobre tabla de 53 cm de alto por 37 cm de ancho en la que se representa la Oración de Jesús en el Monte de los Olivos, justo antes de su prendimiento. La escena se representa en dos planos bien diferenciados. En el plano inferior Botticelli representa a los tres apóstoles (Santiago, Juan y Pedro) dormidos. Y en el plano superior la escena principal, separada en altura, pero también por una valla de madera que marca la diferencia entre ambos planos y dirige la mirada del espectador hacia los protagonistas de la obra: Jesús orando y el ángel con el cáliz de la Pasión.

Es una composición sencilla, con representaciones anatómicas mucho menos complicadas de lo que acostumbra Botticelli y donde llama la atención la sencilla representación de las telas de los ropajes. De todas las figuras que componen la escena destaca la representación de Jesús, de mayor tamaño que el resto para marcar su importancia. Parece que en esta obra Botticelli se separa de las líneas habituales del renacimiento italiano para volver a dejarse influenciar por los últimos coletazos del gótico. Se puede decir que es una de las obras más “flamencas” de Botticelli, con la que vuelve a los cuadros de devoción tan característicos de la pintura flamenca y tan del gusto de la reina Isabel, pero sin dejar de demostrar su maestría en el dibujo, su mano a la hora de seleccionar la gama cromática, su delicadeza en el tratamiento de las figuras y la búsqueda de una perspectiva un tanto compleja a través de la disposición de los cuerpos de los apóstoles.

Aunque esta pintura de entrada es muy clara y muy limpia, si la observamos bien hay detalles que nos llevan a pensar en que hay un mensaje mucho más complejo y conceptual. Algo habitual en Botticelli. Por ejemplo, si nos fijamos bien, además de esa clara división entre los planos superior e inferior, también la hay entre el plano izquierdo y el derecho. Esto lo vemos a la hora de observar las diferentes maneras con las que Botticelli representa la vegetación: los olivos minuciosamente representados a la derecha aparecen con varias ramas podadas, cortadas, mientras que los del lado izquierdo presentan un aspecto más frondoso y salvaje. A este enigma se une la representación de una caja, cofre o puede que un sepulcro, que se intuye en la cueva abierta bajo la figura de Jesús. Puede que parte de esta complejidad conceptual, que también vemos en algunas otras obras de Botticelli, se deba a la influencia que ejercieron sobre él los dictados de Girolamo Savonarola que marcaron gran parte de sus obras finales, entre ellas ésta adquirida por la propia Reina de Castilla.

Además, el hecho de que una obra de Botticelli acabara en manos de Isabel la Católica marca la fama internacional de la que gozaba el propio pintor y la buena sintonía en la que se encontraban las relaciones comerciales entre Italia y los reinos de Castilla y Aragón, algo que propició que poco a poco el Renacimiento fuera entrando en la península.

Por David García Esteban.

Historiador del Arte, conservador y gestor cultural.

BIBLIOGRAFÍA:

BERMEJO MARTÍNEZ, E. Pintura de la época de Isabel la Católica. En Isabel la Católica. Reina de Castilla (coord. Navascués Palacio, Pedro). Lunwerg.Barcelona. 2002.

DOMINGUEZ CASAS, R. Arte y etiqueta de los Reyes Católicos. Artistas, residencias, jardines y bosques. Alpuerto. Madrid. 1993.

SÁNCHEZ CANTÓN, F. J. Libros, tapices y cuadros que coleccionó Isabel la Católica. Consejo Superior de Investigaciones Científicas. Madrid. 1950.

VALDEÓN BARUQUE, J. Arte y cultura en la época de Isabel la Católica. Ámbito Ediciones, Universidad de Valladolid, Instituto Universitario de Historia de Simancas. 2002.

VASARI, Giorgio. Las vidas de los más excelentes arquitectos, pintores y escultores italianos desde Cimabue a nuestros tiempos. Ediciones Cátedra. 2011.