Noli me tangere o Aparición de Cristo a María Magdalena. Juan de Flandes. Palacio Real de Madrid.

están en un armario estas tablicas yguales todas…”.

Con esta frase el inventario de bienes de la Almoneda de Toro hace referencia a las 47 tablas de 21 cm x 16 cm que configuraban el conocido como Políptico o Retablo de la reina Isabel.

Ya hemos hablado en alguna otra entrada a este Blog de la afición de la reina por la pintura, principalmente de carácter devocional y de influencia flamenca, pero en esta ocasión vamos a centrarnos en las curiosidades que presentan estas tablas y las vicisitudes que han sufrido a lo largo de sus más de 500 años de historia.

Pero empecemos por el principio… ¿Qué es el políptico de la reina Isabel la Católica?

Parece ser que empezamos a oír a hablar de estas obras cuando el 25 de febrero de 1505, tres meses después del fallecimiento de la Reina, aparecen reflejadas en el inventario de la almoneda de Toro (venta pública de algunos bienes de la monarca). Según se refleja en el documento, en ese momento, no estaban engarzadas formando un retablo y no se sabe bien si en algún momento lo estuvieron, puesto que hay autores que abren la posibilidad a que, aunque el objetivo final fuera el de componer un retablo para la reina Isabel, el total de las pinturas que lo compondrían no estaban realizadas en el momento en el que fallece la Reina.

Este amplio conjunto de tablas de carácter devocional representan escenas tanto de la vida de Cristo, como de la vida de la Virgen y todo apunta a que fueron realizadas por dos pintores muy cercanos y muy del gusto a la reina Isabel: Michel Sittow y Juan de Flandes.

Tabla de la Asunción de la Virgen. Michel Sittow. Conservada en la National Gallery de Washinton (Estados Unidos).

Michel Sittow, de origen estonio, formado en Flandes e Italia, acabó siendo uno de los artistas mejor pagados de la corte de la reina Isabel, del que fue su pintor de cámara desde 1492 hasta su fallecimiento. Se sabe que después trabajó para Felipe el Hermoso, Fernando el Católico y Carlos I entre otros. Se especializó en pinturas devocionales de influencia miniaturista y pequeños retratos. Colabora con Juan de Flandes en la realización de estas tablas y a él se le atribuyen dos de ellas: La Asunción, que se conserva en la National Gallery de Washington y La Ascensión, actualmente en una colección privada en Reino Unido (colección inglesa del conde de Yarborough).

Es a Juan de Flandes al que gran parte de los historiadores le atribuyen la autoría de la mayoría de las pinturas que compondrían este políptico. Este artista del que no se sabe muy bien ni dónde, ni cuándo nació exactamente (parece ser que en torno a 1465), ni su verdadero nombre. Lo que sí que sabemos es que se formó en Flandes y que entró al servicio de la reina Isabel en 1496. También hay varias hipótesis de cómo y por qué vino Juan de Flandes a Castilla al servicio de la Reina ya que, aunque hay autores que ven viable la posibilidad de que llegara por su propia iniciativa, muchos otros creen que llegó de la mano del Emperador Maximiliano I (padre de Felipe el Hermoso y de Margarita de Austria) a raíz del doble enlace entre los herederos de ambas Casas. Desde ese momento y hasta el fallecimiento de la Reina estuvo a su servicio realizando numerosos y reconocidos trabajos, como gran parte de las tablas en las que hoy nos centramos.

Retrato donante de la reina Isabel la Católica en la tabla que representa la Multiplicación de los panes y los peces. Juan de Flandes. Palacio Real de Madrid.

Gracias a la destreza de estos dos artistas, su formación y sus influencias, podemos decir que el conjunto de la obra aúna una síntesis de varias líneas de estilo. Por un lado, el detallismo, la minuciosidad y el realismo típicos de la pintura flamenca; y, por otro lado, el reflejo de los nuevos gustos renacentistas de influencia italiana y que podemos ver en algunas composiciones y representaciones de elementos de la antigüedad clásica. 

Tabla de las Bodas de Caná. Juan de Flandes. Conservado en el Museo Metropolitano de Nueva York (Estados Unidos).

Estas 47 tablicas que componen el políptico, también encierran varios enigmas y curiosidades. Algunas de estas curiosidades responden a los gustos de la época, como el retrato de la reina Isabel como donante que podemos ver en la tabla de la Multiplicación de los panes y los peces o la alusión al matrimonio entre el príncipe Juan y Margarita de Austria que algunos historiadores han creído ver en la tabla de Las bodas de Caná, por ejemplo.

Otra curiosidad relacionada con esta obra es toda la historia que la rodea. Está llena de enigmas, ya que no se han encontrado referencias a ella hasta que aparece en el inventario de la Almoneda de Toro. Venta que no salió todo lo bien que se esperaba, pues en un primer momento tan sólo se vendieron once tablas y eso que el precio no era muy elevado, en torno a los 4 ducados por tabla, si lo comparamos con otras obras que se vendieron en dicha almoneda. Más tarde, parece ser que fue Felipe el Hermoso quién adquirió treinta y dos tablas para su hermana Margarita de Austria, viuda del príncipe Juan. Y, por lo visto, las cuatro restantes no se llegaron a vender y nada se sabe de ellas.

Según parece, las pinturas que recibió Margarita vistieron los muros de su palacio de Malinas y gracias a eso el propio Durero pudo disfrutar de ellas. Tras el fallecimiento de Margarita, veinte de estas pinturas llegan a manos de Carlos I y vuelven a España. Aunque en la actualidad, de las treinta y dos tablas tan sólo han llegado a nuestros días quince de ellas, conservadas en el Palacio Real de Madrid (Patrimonio Nacional). Otras doce tablas se conservan en diferentes museos y colecciones privadas repartidas por todo el mundo.

Situaciones de la Historia que afortunadamente aún nos permiten contemplar algunas de esas tablicas yguales todas” que seguramente rondaron por las estancias de este Palacio Real de Medina del Campo antes de saber el destino incierto que les esperaba tras de ser guardadas en un armario.

Por David García Esteban.

Historiador del Arte, conservador y gestor cultural.

BIBLIOGRAFÍA:

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