
Estatua de Gómez Manrique junto al convento de Calabazanos (Palencia).
En la segunda mitad del siglo XV se comenzaron a popularizar los autos navideños en el ámbito cortesano y religioso. El poeta Gómez Manrique fue un pionero al respecto, legándonos su Auto del nacimiento de Nuestro Señor, sin olvidar su importante carrera política y su apoyo constante a los Reyes Católicos.
Hace casi 550 años, María Manrique, vicaria del convento de clarisas de la Consolación de Calabazanos (localidad hoy en día adscrita a Villamuriel de Cerrato, Palencia), encargó a su hermano una pieza teatral de temática navideña. El resultado fue el Auto del nacimiento (Representaçión del nasçimiento de Nuestro Señor), una de las primeras obras conservadas de este género en nuestra literatura, y su autor, el célebre poeta y cortesano Gómez Manrique.
La actividad política y la obra literaria de este personaje están muy vinculadas a la corte castellana. En primer lugar, Gómez Manrique escribió unas coplas de alabanza al rey Juan II de Castilla por el nacimiento de su hijo menor, en las que Isabel también era mencionada (Al muy esclareçido señor rrey don Johan sobre el nacimiento del infante don Alfonso). Con motivo del decimocuarto cumpleaños del citado infante en Arévalo, compuso el Breve tratado para unos momos que Su Excelencia fizo con los fados siguientes, versos laudatorios de temática mitológica pensados para ser representados, a petición de la entonces infanta Isabel (que participó con el papel de una de las musas), así como las Estrenas de Gómez Manrique al muy excelente señor Rey don Alonso. Por último, en su Regimiento de Príncipes (tratado moralizante para el buen gobierno), dedica también unos versos a la excesiva, desde su punto de vista, religiosidad de Isabel como gobernante.
La relación con la reina se extiende además a su esposa, Juana de Mendoza, que formó parte del círculo cercano de Isabel la Católica a partir de 1480 al ser nombrada preceptora de su primogénita, así como de guarda de damas y su propia camarera mayor. Entre el citado año y el siguiente residió ésta en Medina del Campo con la corte, donde parece ser que enfermó: por este motivo la mismísima reina escribió unas líneas a Gómez Manrique para instarlo a que abandonara sus tareas en Toledo (de donde era corregidor) y cuidara de su esposa. Su sobrino, el también poeta Jorge Manrique, apoyó en la Farsa de Ávila al infante Alfonso y posteriormente al bando isabelino, al igual que el propio Gómez Manrique, quien siempre fue fiel a la reina ayudando a escoltar a Fernando hasta Valladolid para su boda en 1469, negociando luego con ciertos nobles para conseguir apoyos en la guerra contra Juana la Beltraneja y manteniendo Toledo siempre fiel a la reina.
Además de escribir poesía cortesana didáctica, Gómez Manrique fue el gran precursor del teatro castellano: su pieza clave es el citado Auto del nacimiento, posiblemente redactado entre 1476 y 1481. Como ya se explicaba al principio, su hermana María fue la comitente y se creó para ser representado en el monasterio de clarisas franciscanas de Calabazanos (Palencia) en Nochebuena, probablemente. La tradición popular asegura que la propia reina Isabel estuvo presente en la primera puesta en escena, aunque ningún estudio ha podido avalar este dato. El cenobio en cuestión había sido fundado por la madre de Manrique, doña Leonor de Castilla, ya que el incremento de religiosas en el de Amusco, centro de poder de la familia donde residían ella y dos de sus hijas (la citada María, vicaria, y Aldonza, abadesa), hizo necesario el traslado a Calabazanos en 1458.

Inscripción fundacional del convento de Calabazanos y escudo de la madre de Gómez Manrique.

Convento de la Consolación, Calabazanos (Palencia).
El auto deriva del officium pastorum (drama litúrgico medieval con versos en latín sobre la adoración de los pastores), siendo el de Gómez Manrique el primero conservado en castellano con autoría conocida, además de presentar una unidad dramática y una intención teatral al introducir diversos cuadros escénicos y diálogos entre los personajes.
La acción comienza con la tribulación de san José por el embarazo de María, los ruegos de ésta para que Dios alumbre la ceguera de su esposo y la aparición del ángel san Gabriel. A continuación se muestra la escena del nacimiento con un canto de alabanza de la Virgen al niño donde se entrelaza también la temática de la Pasión de Cristo: esta yuxtaposición, aunque pueda resultar extraña, es muy propia del ámbito franciscano en el que se inscribe esta obra. El anuncio del ángel a los pastores constituye el siguiente cuadro, al que se une la adoración de éstos y de la corte celestial. La siguiente escena muestra siete personajes alegóricos que representan los instrumentos de la Pasión (cáliz, madero, soga, azotes, corona de espinas, cruz, clavos y lanza) y se presentan ante Jesús como vaticinio de lo que le acontecerá. Como colofón, para tranquilizar a su hijo, María canta un villancico de tipo zejelesco (forma poética de origen árabe extendida en toda la Península recitada en dialecto coloquial, con estribillo de dos versos) con mudanzas: las propias monjas espectadoras cantan los coros en el estribillo, actualizando así la acción dramática.

Cartel informativo sobre la representación en 2019 del Auto del nacimiento de Gómez Manrique en el monasterio de Calabazanos (Palencia).
Las fuentes más evidentes usadas por Gómez Manrique son los evangelios canónicos o la literatura devota, pero también se ven claras reminiscencias de las artes plásticas del momento en la aparición de san José como un viejo necio (contraponiendo santidad y virginidad de María) o en la yuxtaposición de escenas no correlativas en el mismo plano, pudiendo recordar incluso a la impostación jerárquica de la pintura castellana medieval, muy influida por la flamenca (y no por la perspectiva lineal italiana).
Dentro de la cultura franciscana, los autos tuvieron en la época un papel muy destacado: con ellos se pretendía llegar al pueblo de una forma didáctica y adoctrinante. Otro ejemplo es el Auto de la huida a Egipto conservado en el convento de clarisas de Santa María de la Bretonera (Burgos). Para finalizar, cabe destacar otras representaciones navideñas de la época: en 1461 en Jaén, en el palacio del condestable Miguel Lucas de Iranzo se dramatizó la Estoria de cuando los Reyes vinieron a adorar y dar sus presentes a Nuestro Señor Jesucristo y en la iglesia mayor de esa misma localidad, tres años más tarde, la Estoria del nascimiento del Nuestro Señor e Salvador Jesucristo y de los pastores.
Por Águeda Sastre Zamora.
Historiadora del Arte y músico.
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