La pintura historicista española del siglo XIX puso especial énfasis en tratar el reinado de Isabel La Católica, son numerosos los cuadrados que narran diferentes episodios de su vida, hoy nos detendremos en uno de los menos conocidos y más curiosos cuya realidad histórica trataremos de desentrañar.

Doña Isabel La Católica en la Cartuja de Miraflores por Luis Álvarez Catalá, 1866. Museo del Prado.

Año de 1866, Luis Álvarez Catalá pinta Doña Isabel La Católica en la Cartuja de Miraflores, obra con la que consigue la medalla de segunda clase de la Exposición Nacional de Bellas Artes de ese mismo año. La pintura se enmarca en la corriente y gusto historicista tan en boga en esta época, fue alabada en su época por su calidad técnica y cromática. Narra el supuesto suceso histórico en el que la reina Isabel en 1483 visita la tumba de su padre Juan II en la Cartuja de Miraflores de Burgos y jura lealtad a la corona y al reino ante el cadáver del soberano. El grupo principal se sitúa en el fondo de la composición donde podemos ver a la reina en actitud solemne poniendo la mano sobre el cadáver de su padre, a su izquierda aparecen su hija Isabel junto a su tutora observándose a la derecha un grupo de monjes cartujos enmarcándose todo el conjunto en la bella arquitectura de la cartuja.

Más allá de las características técnicas resulta interesante preguntarnos por el curioso acontecimiento que relata el cuadro y preguntarnos por su veracidad histórica. Juan II de Castilla había fallecido en Valladolid en 1454 y de tal manera fue enterrado en la iglesia de San Pablo de dicha ciudad, un año después sus restos fueron trasladados a la Cartuja de Miraflores e inhumados en su sacristía ya que el templo aún seguía en obras.

Juan II de Castilla por Francisco Prats y Velasco, 1848. Museo del Prado. La imagen y figura del rey está inspirada en la estatua yacente del sepulcro del monarca de la Caruja de Miraflores.

28 años después de todo esto, Isabel ya proclamada reina de Castilla visita la tumba de su padre y supuestamente realiza este extraño acto. Digo supuestamente porque existen serias dudas sobre su total veracidad. Los grandes historiadores que han tratado la figura de Isabel en el siglo XX (Tarsicio de Azcona, Manuel Fernández Álvarez, Luis Suarez) no hacen mención alguna a este juramento, reduciendo todo al apunte de que la reina fue recibida en estas fechas en la ciudad de Burgos con gran solemnidad”. Resulta altamente llamativo que una ceremonia de tanto simbolismo no sea recogida por ellos y más chocante aún que tampoco aparezca recogida en la Crónica de los Reyes Católicos de Hernando del Pulgar, cronista de los soberanos y que se encuentra en estas fechas a su servicio. Por todo ello, podemos concluir que el acto tal y como muestra el cuadro de Luis Álvarez Catalá es difícil que pudiera acontecer.

Una de las primeras ocasiones en las que aparece relatado así es en 1843, en esa fecha Juan Arias de Miranda publica Apuntes históricos sobre La Cartuja de Miraflores de Burgos. En esta obra Miranda narra como en 1483 la reina se traslada a la Cartuja con la intención de visitar la tumba de su padre, ante la imposibilidad de acceder a ella al encontrarse dentro de la clausura (recordemos que en la sacristía) los cartujos deciden extraer el ataúd de la sacristía y llevarlo ante la reina, según relata Miranda Isabel “miró el cadáver con el mayor respeto y veneración, y habiéndole besado humildemente los pies, se retiró para ir a Burgos”. Será a partir de este momento cuando aparezca este relato con ligeras modificaciones en diferentes escritos.

Cartuja de Miraflores, Burgos.

Por tanto y en definitiva, podemos concluir que este suceso corresponde a una elaboración del siglo XIX más que un hecho fidedignamente veraz, una elaboración casi novelesca que por otra parte corresponde a inquietudes, modas, legitimidades o necesidades políticas del convulso siglo XIX. El tema tétrico y fúnebre del cadáver siendo contemplado años después de su muerte puede ser claramente enmarcado en la estética del romanticismo imperante, respecto al trasfondo político es un asunto que requiere un enfoque más detallado. Relatábamos que la pintura está fechada en 1866, reinado de Isabel II, su acceso al trono había sido más que complejo tras la promulgación de la Pragmática Sanción por Fernando VII que abría el acceso al trono a su hija Isabel. Como es bien sabido al comenzar el reinado de Isabel II se desatan con total virulencia las guerras carlistas que pretendían el coronamiento de Carlos María Isidro (hermano del difunto rey Fernando VII) en detrimento de Isabel. En este contexto esta iconografía de una reina, además Isabel, jurando y afirmando su derecho al trono en virtud de ser hija de rey entronca perfectamente con el panorama político en el que se enmarca el momento de elaboración de nuestro cuadro.

En conclusión, en ocasiones los acontecimientos del pasado han sido puestos no al servicio de la verdad histórica sino de las necesidades políticas de cada momento, modelando y modulando los hechos para servir de bandera o justificación para legitimar una determinada causa.

Por Felipe López Pérez

Historiador del Arte y gestor cultural.

Bibliografía:

LÓPEZ – FANJUL DIEZ DEL CORRAL, MARÍA.  “Obras maestras del patrimonio de la Universidad de Granada. II”. Catálogo. Granada 2006. Universidad de Granada

ARIAS DE MIRANDA, JUAN. “Apuntes históricos sobre la Cartuja de Miraflores”. Burgos 1843

DE AZCONA, TARSICIO. “Isabel la Católica: vida y reinado”. Madrid 2004. La Esfera de los Libros.

FERNÁNDEZ ÁLVAREZ, MANUEL. “Isabel La Católica”. Barcelona 2006. Planeta de Agostini.

DEL PULGAR, HERNANDO. “Crónica de los Señores Reyes Católicos Don Fernando y Doña Isabel de Castilla y de Aragón”. Edición Facsimil. Valladolid 2011. Editorial Maxtor.

SUAREZ, LUIS. “Isabel I, reina (1451-1504)”. Madrid, 20202. Editorial Ariel.

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