¿Cómo era la reina Isabel?. Esta es una de las preguntas más oídas en el Palacio Real Testamentario. Al abrir la puerta y acceder al edificio, el visitante se enfrenta a un gran retrato de la Reina que provoca diversas reacciones: ¡era rubia!, ¡tenía los ojos azules!, ¿cuántos años tendría en el momento en el que fue retratada?. Es innegable la tendencia que todos tenemos de poner imagen a personajes históricos. Pensar o hablar de ellos teniendo en mente esa imagen real o inventada, ayuda a entenderlos mejor y a situarlos en nuestro esquema mental de genealogías y linajes.

De Isabel existen numerosos retratos fechados entre los siglos XV y XIX. Algunos del siglo XV son hechos del natural y es a ellos a los que tendríamos que remitirnos si quisiéramos acercarnos lo máximo posible a su imagen. Hay que tener en cuenta que habitualmente el retrato áulico es una imagen hasta cierto punto idealizada de un rey o reina y que aunque sean hechos del natural pueden diferir entre ellos debido a factores como la pericia del artista o las exigencias de los representados. Algunos reyes dieron bastantes quebraderos de cabeza al artista al no verse tan jóvenes, delgados o agraciados como les gustaría y estas pretensiones nos han dejado imágenes de ellos, en muchos casos, muy alejadas de la realidad.

Centrándonos en los retratos de Isabel y en la pintura que se hacía en su época, es ineludible hacer referencia a los maestros del retrato del momento, los pintores flamencos. Ellos introdujeron en Castilla unas características y técnicas que rápidamente se difundieron creando un retrato tipo muy identificable. Esta tipología podemos apreciarla en uno de los retratos que se exponen en el Palacio Real Testamentario. Es una copia ampliada de la famosa pintura atribuida a Juan de Flandes a quien Isabel nombró pintor de la Corte. Recibió varios encargos pictóricos, algunos de ellos para ser custodiados en la Cartuja de Miraflores, según deseo de Isabel. Del retablo de San Juan Bautista de la Cartuja se conservan cuatro tablas, pero una de sus más famosas obras es el retrato de la Reina.

Reproducción del retrato de Isabel I de Castilla por Juan de Flandes. Palacio Real Testamentario.

 

La Reina aparece representada en posición de tres cuartos sobre un fondo oscuro que permite destacar su imagen y su tez clara. Mira hacia el lado izquierdo y lleva cofia y toca transparente. Colgado en el pecho, luce un joyel con la venera y la cruz de la Orden de Santiago y el borde de la camisa está decorado con leones y barras cruzadas. Su cabello claro se transparenta a través de la toca y los ojos azulados destacan en la piel clara.

De esta icónica imagen se hicieron varias copias. Posiblemente la más conocida sea la que fue regalada por los cartujos al rey Felipe V y que tantas confusiones creó con el retrato de Juan de Flandes.

Cartuja de Santa María de Miraflores. Burgos.

El retrato original permaneció en la Cartuja de Miraflores hasta el siglo XIX. En 1845 el cuadro fue trasladado a la Sala de Juntas de la Sociedad Artística y Literaria el “Liceo” de Burgos. De ahí pasó a una de las salas del Palacio de Vilueña, donde la reina madre Doña Cristina de Borbón fue recibida en su viaje de vuelta desde Barcelona a Madrid.  Cuando vio el retrato decidió que debería estar en un lugar en el que pudiese ser perfectamente custodiado y ese lugar era el Palacio Real de Madrid. Poco a poco el cuadro se iba alejando de su ubicación original ya que cuando Doña Cristina fue desterrada y estableció su residencia en París, el retrato, junto con innumerables joyas artísticas, la acompañó en su viaje. A su muerte, lo heredó su hija Isabel II, también en París desde 1868 y a la muerte de ésta, su nieto Alfonso XIII. Ya desde 1880 la Orden Cartujana (repuesta en Miraflores) había intentado su vuelta, pero las gestiones no obtuvieron fruto. Más tarde, en el siglo XX, estando en posesión de Alfonso XIII, se volvió a intentar, pero tampoco llegaron a buen puerto esas negociaciones interrumpidas más tarde por el comienzo de la guerra civil.

En la actualidad la imagen de Isabel se custodia en el Palacio Real de Madrid y por el momento parece que la comunidad cartuja continuará con su anhelo de volver a verlo entre los muros de su monasterio.

Por Loreto Sacristán.

Historiadora del Arte y gestora cultural.

BIBLIOGRAFÍA:

Alonso Mediavilla, Matías. (2007) La azarosa aventura, aún no concluida, del original y auténtico retrato de Isabel la Católica. Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes. http://www.cervantesvirtual.com/nd/ark:/59851/bmcbg334

De Azcona, Tarsicio. (2004). Isabel la Católica: vida y reinado. España. La Esfera de los Libros.