El uso y la simbología del tapiz han cambiado radicalmente desde su época dorada hasta nuestros días. En la actualidad es impensable decorar una nueva casa con tapices para a la vez mostrar a los invitados la superioridad económica del dueño. Tenemos que retroceder unos cuantos siglos para entender el valor del tapiz no solo como objeto estético sino también como objeto de lujo.

El tapiz era entendido como algo valioso y lujoso y lo más importante, algo que no cualquiera podía poseer. Servirse del tapiz como medio de ostentación era habitual ya que alcanzaban altos precios debido a los materiales empleados: lana, seda, oro, plata…; estos preciados materiales conformaban la trama del tapiz, mientras que otros más resistentes como la lana, el lino o el cáñamo formaban la urdimbre. La elección de estos materiales, así como su grosor no es azarosa ya que dependía de las características del cartón que se iba a reproducir.

En cuanto al telar, instrumento base en la fabricación de tapices, podía ser vertical (llamado también de lizo alto) u horizontal (de lizo bajo) y estaba formado por dos rodillos móviles unidos por montantes en sus extremos.

La temática era variada y dependía del gusto del comprador: escenas religiosas, de guerra, mitológicas, de caza, verduras (hojas y vegetación), etc… Estas escenas decorarían estancias de residencias nobles y palacios reales de manera exquisita, a la vez que aislarían del frío y la humedad.

Los tapices del Palacio

Del prestigio que los tapices otorgaban a quienes los poseían existen variadas constancias documentales. Sabemos que el Palacio de Isabel la Católica en Medina del Campo poseía numerosos ejemplares y que en los últimos meses que pasó en él, la reina firmó varias Cédulas en pago de diferentes tapices. Una de ellas el 5 de febrero de 1504 para que su camarero Sancho Paredes pague a “Matys de Guirla, tapiçero vesino de Flandes”, la fuerte suma de 245.797´5 maravedís por doce tapices “los quales yo mandé comprar dél”, aunque valieron en realidad 264.555 maravedís. Eran un “paño del Peregrino”, otro de verdura “muy fino”, y seis de devoción: dos crucifijos, un “Ecce Homo”, la “Prisión de Cristo”, “cómo velaba Pilatos” y “cómo Cristo lavó los pies a sus discípulos”. Siguen otro paño pequño con la “Historia de los Reyes”, uno de Santa Bárbara con verdura, otro de “Cristo en el pozo con la Samaritana” y otro de “Nuestra Señora a Egipto”.

Una nueva cédula se despacha el 26 de julio de 1504 para pagar a Matías de Guirla 411.434´5 maravedís por los tapices, goteras de cama y antepuertas que se han comprado de él. Se citan cuatro paños de verdura, otro que tiene “en el medio en lo alto la Muerte”, otro de un cupido, otro que tiene “en el medio y en lo alto a Dios Padre”, y un paño con “un ángel” en el medio. Tres “paños de cama de la ystoria de Ércoles”, otro “paño de Sant Gregorio de oro e seda e lana” y otro tapiz del Apocalipsis “con algún oro”.

Rafael Domínguez Casas.

La Casa Real de Medina del Campo (Valladolid), residencia de los Reyes Católicos.

Pero Isabel no sólo adquirió tapices de temática religiosa. La serie de “Los triunfos”, basada en la obra “I Trionfi” del poeta Petrarca, se popularizó aún no siguiendo esta temática. Su lectura en clave cristiana hizo el tema apto para la mentalidad cristiana de la época.

Se sabe que también en julio de 1504, Isabel compró al citado Matis de Guirla cinco paños, que representaban los triunfos del Amor, la Castidad, la Muerte, la Fama y el Tiempo.

Triunfo de la Fama. The Metropolitan Museum of Art. New York.

En el Metropolitan Museum of Art of New York se conserva un ejemplar en el que aparece representada la Fama, cuya descripción coincide con el que Isabel compró en Medina del Campo. Aparece en el centro la Fama leyendo en un atril, rodeada de diferentes personajes, y a sus pies Laquesis, Cloto y Átropos, las Moiras o personificaciones del destino.

Desgraciadamente de los tapices que Isabel poseyó se conservan contados ejemplares.  Aún así son suficientes para hacernos una idea de la calidad que tenían y del lujo con el que adornarían las estancias de sus palacios.

Por Loreto Sacristán Guijar.

Historiadora del Arte y gestora cultural.

BIBLIOGRAFÍA.

CORRADO MALTESE (coord.), (1990), “Las técnicas artísticas”, Madrid, España, Ediciones Cátedra

DOMÍNGUEZ CASAS, RAFAEL, (1994), La Casa Real de Medina (Valladolid), residencia de los Reyes Católicos, Madrid, España, Boletín de la Real Academia de las Artes de San Fernando, Num. 78

ZALAMA, MIGUEL ÁNGEL, (2018), Lo que cuenta un tapiz. Narraciones en los paños de época de los Reyes Católicos. Recuperado de https://ariadna.hypotheses.org/171