El 26 de noviembre de 2014, el Palacio Real Testamentario de Medina del Campo, conmemorando la muerte de la reina Isabel la Católica, acogió la conferencia, La reina en la pantalla, en la que se analizaba su imagen en la gran y pequeña pantalla. Hoy recuperamos algunos de estos datos para celebrar la 31 Semana de Cine de Medina del Campo.
Desde los inicios del cine, entendido como industria, los productores buscarán temáticas para realizar sus películas, además el público se sentía atraído por historias y personajes que podrían reconocer. Esto hacía que el cine se convirtiera en referente histórico para gran parte de la sociedad, considerando una ficción audiovisual como una fuente de conocimientos históricos en detrimento de un libro. El cine crea estereotipos, algo superficial, debido a ciertas limitaciones que tiene a la hora de mostrar información al espectador. Hay que tener en cuenta también que los espectadores en muchos casos entran en contacto con nociones históricas a través de la pantalla, pudiendo despertar algún tipo de interés en el espectador.
La imagen de la reina Isabel a través del cine ha sido tratada en numerosas ocasiones. A lo largo de estas líneas enumeramos algunas de sus representaciones más o menos acertadas.
En los inicios del cine histórico la reina Isabel aparecerá relacionada con temas más conocidos internacionalmente, como la figura de Colón. Cabe destacar que en las primeras películas, donde el poso del teatro todavía estaba presente, la cámara se colocaba fija y se desarrollaba la acción, como ocurre en Christophe Colomb (Vincent Lorant-Heilbronn, 1904).
Con la llegada del cine Kolossal, se desarrollan los temas de interés público, preferiblemente con antecedentes literarios o hechos de gran trascendencia histórica, es el caso de La vida de Cristóbal Colón y su descubrimiento de América (La vie de Christophe Colomb et sa dècouverte de l´Amérique, Gérard Bourgeois, 1916).
En los años 20, encontramos Christoph Columbus (Die Entdeckung Amerikans, Martin Garas, 1922) o Columbus (Edwin L. Hollywood, 1923, Estados Unidos). De esta misma década, destaca una producción de la Pathé que produjo una serie de películas cortas llamadas Crónicas de América.
Trasladándonos a España, los años 40 traen una serie de películas que se podría englobar en el cine de “salvación nacional”. El cine se convertía en el medio para canalizar un mensaje ideológico. Películas que tratan de biografías sobre personajes históricos y hagiografías sobre santos o personajes que sin serlo eran tratados como tales. De esta manera se buscaba las raíces católicas en el cine de reconstrucción histórica. Así podemos entender películas como Fuenteovejuna (1947, Antonio Román) o Locura de Amor (1948), a la que seguiría Agustina de Aragón (1950), estas dos últimas dirigidas por Juan de Orduña. Otras producciones del momento serían Reina Santa (1946, Rafael Gil), sobre Isabel de Aragón y Portugal, hija de los reyes católicos; El capitán de Loyola (José Díaz Morales, 1948), sobre San Ignacio de Loyola, fundador de la compañía de Jesús; Catalina de Inglaterra (Arturo Ruiz Castillo, 1951), sobre la vida de la también hija de los Reyes Católicos y su matrimonio con Enrique VIII. Para cerrar el ciclo de cine de “salvación nacional” encontramos Alba de América (Juan de Orduña, 1951) que se hace en respuesta a La verdadera historia de Cristóbal Colón (Christopher Columbus, David MacDonald, 1949).
En los años 60, La muerte se llama Myriam (Eugenio Martín. 1965) película un tanto extraña, en la que se pretendía hacer una versión de James Bond ambientada en el siglo XV.
Los 70 traen una nueva versión de Fuenteovejuna (Juan Guerrero Zamora, 1972) o La espada negra (Francisco Rovira Beleta, 1976).
Por estos años también se desarrolla un cine paródico, y la historia también tendrá su hueco en este tipo de películas. En aquella época varios éxitos, como Los caballeros de la mesa cuadrada y sus locos seguidores en 1975 y La vida de Brian en 1979, anticipaban lo que veríamos en la España de los años 80. En esta línea y aprovechando nuestra historia, se hacen dos películas similares: Cristóbal Colón de oficio… descubridor (Mariano Ozores, 1982) o Juana la Loca… de vez en cuando (José Ramón Larraz, 1983).
El 500 aniversario del descubrimiento de América hace que el cine histórico aproveche lo que ofrece este acontecimiento, como ocurrió con 1492: la conquista del paraíso (Conquest of Paradise / Christophe Colomb, 1992, RidleyScott); Cristóbal Colón. El Descubrimiento (Christopher Columbus: The Discovery, John Glen, 1992) o La loca pandilla de Chris Columbus (Caryon Columbus, 1992, Gerard Thomas).
Con el inicio del nuevo milenio, La reina Isabel en persona (Rafael Gordon, 2000) o Juana la Loca (Vicente Aranda, 2001). Estas dos películas, lejos de la imagen vista en España con anterioridad que reflejaba una reina santa, católica y defensora de la Iglesia, nos la muestran como una persona culta, piadosa y ambiciosa, sin miedo a tratar los aspectos más oscuros de su historia.
Por último, nos trasladamos a la pequeña pantalla y cabe decir que generalmente la serie de televisión, por su extensión, permite una aproximación más cercana a las figuras históricas al no ceñirse al tiempo de que se dispone en el cine. Darían pues un tratamiento menos superficial de los personajes y mucho más complejo y rico en matices. Nombrando estos dos casos, Réquiem por Granada (1990) o Isabel (2012).
A lo largo de este pequeño recorrido hemos ido viendo diferentes representaciones de la reina Isabel. Tal vez, deberíamos preguntarnos sobre lo que conlleva el cine histórico, si queremos fidelidad o espectáculo, quizás la mezcla de los dos ingredientes nos dan la clave para que este tipo de cine llegue al público.
Por Beatriz Calvo Checa.
Historiadora del Arte.