Muy probablemente fue un regalo del rey de Inglaterra Enrique VII a la reina Isabel y representaba un palacio de la época.

Vista de la plaza Mayor de Medina del Campo donde puede apreciarse el Palacio Real. Vista de Medina del Campo por Anton Van Den Wyngaerde de 1565. National Bibliotheck de Viena.

Las casas reales de la Plaza Mayor de Medina del Campo cobijaron entre sus muros a reyes, infantes, nobles, hidalgos; fueron testigo de innumerables acontecimientos históricos, recepciones, actos oficiales y custodiaron un abundante número de objetos de gran valor: tapices flamencos, arcas, mobiliario, obras de arte, relicarios y un sinfín de objetos de diversa índole. Pero de entre todos ellos sobresale uno muy curioso, quizá por ser un rara avis a nuestros ojos, quizá por lo curioso o extraordinario en esa época, estamos hablando de una casa de muñecas inglesa o casa de madera, tal y como es mencionada por la propia reina Isabel La Católica en una cédula de 1503.

La  primera vez que aparece citada es en la anteriormente mencionada cédula de 1503. En ella la reina envía al criado de Don Pedro de Ayala (embajador de Castilla en Inglaterra) a recoger la casa de muñecas y la soberana se dirige a los guardias  “de quales quier que ay desde la villa de Bilbao fasta donde yo estoviere” dándoles orden de facilitar en todo lo posible la labor del criado del embajador así como proveerle de lo necesario para la recepción y transporte de todo el contingente ya que la casa de muñecas iba acompañada de “dos cofres en que vienen çiertas vidrieras para la dicha casa”. Esta preocupación de la reina nos hace ver la importancia que dio al objeto viendo los cuidados que toma para su perfecta conservación. De todo ello da muestra el hecho de que las posteriores menciones  que tenemos sobre la casa de muñecas ya colocada en sus casas reales de Medina del Campo sean el pago de diversas nóminas a oficiales carpinteros para “adovar lo quebrado y desconçertado de la casa”.

Catalina de Aragón, según escultura de M. Peinado en su ciudad natal, Alcalá de Henares.

Sobre las circunstancias que rodean su llegada a la corte de la reina Isabel nos da respuesta el profesor Rafael Domínguez Casas. Según su criterio “se trata, probablemente de un regalo del Rey Enrique VII”. En estas fechas de 1503 el rey inglés estaba negociando el matrimonio de Catalina con su hijo y ahora heredero al trono Enrique, el futuro Enrique VIII. La historia de la hija menor de los Reyes Católicos en Inglaterra arranca precisamente en Medina del Campo donde en marzo de 1489 se firma un tratado por el que Catalina y el entonces príncipe de Gales, Arturo quedan prometidos. En Noviembre de 1501 contrae matrimonio con Arturo en la Catedral de San Pablo de Londres pero el destino hace que antes de cumplir el primer aniversario de bodas el joven príncipe muera. Catalina viuda permanece en Inglaterra, meses más tarde el rey Enrique VII también queda viudo y se plantea un matrimonio entre ambos, sin embargo el monarca entiende que lo mejor para sus reinos en esos momentos es encontrar una pareja a su nuevo heredero. Catalina aparece como la mejor opción. Estamos por tanto en estas fechas de negociaciones entre el rey y el embajador de Castilla en tierras inglesas cuando la citada casa de muñecas sale de Inglaterra enviada por el embajador y con destino a la propia reina. Por todo ello no es difícil enmarcar este envío como un regalo del rey de Inglaterra a través del embajador a la reina de Castilla, quizá para descongestionar algún punto tenso de las negociaciones.

Respecto a este tipo de objetos debemos señalar que se empiezan a popularizar en el siglo XVI en Alemania, no se trataba de juguetes para niños sino más bien de objetos decorativos de familias nobles y era una manera de expresar la riqueza del dueño. Habitualmente representaban palacios y trataban de reflejar que sólo alguien que podía poseer tal palacio en miniatura podría tenerlo en tamaño real muy en consonancia con las teorías filosóficas del microcosmos y macrocosmos en boga durante el Renacimiento.

En definitiva un objeto extraño, valioso e inusual que refleja la época de esplendor que vivió la Villa de las Ferias y nos sirve para evocar la magnificencia de las Casas Reales de la acera del Potrillo.

Por Felipe López Pérez.

Historiador del Arte y gestor cultural.