El monasterio de San Juan de los Reyes en Toledo es un magnífico ejemplo de arquitectura del siglo XV concebido por motivaciones religiosas, históricas y por qué no decirlo, sentimentales.
Su construcción, auspiciada por los Reyes Católicos, combina magistralmente aires nuevos llegados de Flandes, con la tradición mudéjar existente en Toledo dando lugar a un edificio destacado y reconocido del arte hispano flamenco o borgoñón.
ANTECEDENTES HISTÓRICOS. LA BATALLA DE TORO.
Corría el año 1476 y la guerra de sucesión castellana marcaba los acontecimientos en la Castilla del momento. La muerte de Enrique IV y la proclamación de Isabel como reina de Castilla motivaron el enfrentamiento entre ella y los partidarios de su sobrina Juana, conocida como “La Beltraneja”. Esta era apoyada por el rey portugués, Alfonso V, su tío y esposo, quien reclamaba para ella la corona de Castilla. Ante el fracaso de las negociaciones entre los dos bandos, comenzó la guerra y el 1 de marzo de 1476, volviendo las tropas portuguesas del asedio de Zamora, tuvo lugar la batalla de Toro. Como acción de gracias y conmemoración de la victoria de Toro, Isabel comienza a gestar la construcción de un complejo monástico en honor a San Juan pero no sólo eso. En esos momentos, también fue concebido como panteón en el que ser enterrada. La elección de San Juan es debida a que Isabel era una gran devota de San Juan Evangelista, del que queda reflejo en su escudo en forma de águila, además de que el apelativo “Juan” estaba muy presente en su familia.
CONSTRUCCIÓN
El elegido para llevar a cabo la importante obra fue Juan Guas, uno de los máximos representantes del gótico flamenco. Este estilo artístico se desarrolló a mediados del siglo XV, llegando a su máximo apogeo durante el reinado de los Reyes Católicos. Guas trabajó a su servicio pero eso no le impidió trabajar en la construcción de las catedrales de Ávila y Segovia, el patio del castillo de Manzanares el Real o el Colegio de San Gregorio en Valladolid entre otros. Su continuador en San Juan de los Reyes fue Simón de Colonia, otro de los grandes arquitectos representativos de este periodo. Constructor de la imponente Capilla del Condestable de la catedral de Burgos, intervino también en la construcción de la fachada de San Pablo y del Colegio de San Gregorio en Valladolid. Finalmente hay que mencionar a los hermanos Antón y Enrique Egas, hijos de Egas Cueman, excelsos escultores que participaron también en el Monasterio de Guadalupe y en el Colegio de Santa Cruz de Valladolid.
La iglesia, de una sola nave con capillas laterales, cuenta con bóvedas de crucería y arcos apuntados entre los contrafuertes. Es de reseñar la fuerte intencionalidad decorativa que recorre el templo en forma de decoración vegetal y símbolos alusivos a los Reyes Católicos en la forma de yugo y flechas, así como las iniciales F e Y.
El crucero, bajo el que deberían haber estado los túmulos reales, se encuentra profusamente decorado. Esta decoración se basa en elementos arquitectónicos con decoración vegetal, labores caladas, escudos reales con el águila de San Juan y el yugo y las flechas. La capilla mayor, con ábside poligonal, cubre con bóveda de nervios en forma de palmera. El retablo original fue incendiado por las tropas francesas en la Guerra de la Independencia y sustituido por el actual de pintura sobre tablas, procedente de la capilla del Hospital de Santa Cruz en Toledo. Su autor es Francisco de Coomontes.
Vista del claustro alto.
Detalle del claustro bajo.
Artesonado del claustro alto.
monasterio cuenta con claustro bajo y alto. El claustro bajo está primorosamente tallado con celosías en sus arquerías de arcos de medio punto y decoración vegetal y animal que cubre profusamente los elementos arquitectónicos. Fue finalizado en 1504 por los hermanos Egas.
El claustro alto destaca por la decoración de su artesonado mudéjar en madera de arce pintada en el que destacan los emblemas de los Reyes Católicos. Los arcos rebajados están decorados con leones rugientes que sostienen los escudos de los reyes acompañando en la decoración a las iniciales de los reyes y al lema “tanto monta».
Las obras que comenzaron en tiempo de Isabel, se dilataron hasta el siglo XVII pero aún más allá. El paso de las tropas francesas en 1808 y la desamortización de 1835, junto con la expulsión de los frailes franciscanos, comenzaron el deterioro de los claustros y la desaparición del convento. En 1883, después de numerosos desgraciados avatares, San Juan de los Reyes estaba de nuevo en obras para poco a poco recuperar el esplendor por el que había destacado en siglos pasados.
Por Loreto Sacristán Guijar.
Historiadora del Arte y Gestora Cultural.
BIBLIOGRAFÍA:
DE AZCONA, TARSICIO. “Isabel la Católica: vida y reinado”. España 2004. La Esfera de los Libros.
DEL VAL VALDIVIESO, MARÍA ISABEL- VALDEÓN BARUQUE, JULIO. “Isabel la Católica, reina de Castilla”. Valladolid 2004. Ámbito de Ediciones, S.A.
EDUARDO BUSTAMANTE, OFM- FR. RAFAEL SANZ, OFM. “San Juan de los Reyes. Guía Ilustrada”. 2016.


