Miguel de Paz, una figura histórica de España, simboliza tanto la promesa de la unidad como la tragedia de una esperanza frustrada. Desde su nacimiento, su breve vida estuvo marcada por las grandes expectativas políticas de la península ibérica, así como por el profundo amor y dolor de sus abuelos, los Reyes Católicos. Lamentablemente, este niño permanece en gran medida desconocido.

Un camino lleno de obstáculos.

Margarita de Austria, esposa de Juan de Trastámara y hermana de Felipe el Hermoso, durante su infancia. (Jean Hey, maestro de Moulins, 1490).

Isabel I de Castilla y Fernando II de Aragón, conocidos como los Reyes Católicos, buscaban unificar sus respectivos reinos con su matrimonio el 19 de octubre de 1469. Más allá de sus éxitos militares, como la toma de Granada en 1492, su visión estratégica se manifestaba a través de alianzas matrimoniales. Juan, su único hijo varón, casado con Margarita (hermana de Felipe el Hermoso) era una de las mayores esperanzas de ambos monarcas pues la unificación realmente llegaría en el momento que sobre su cabeza se impusiera la corona de ambos reinos, pero lamentablemente, con tal solo 19 años, falleció el 4 de octubre de 1497. Por lo tanto, tenía 19 años al momento de su muerte. Poco tiempo después Margarita debido a diferentes factores sufrió el aborto de su hijo nonato que hubiera sido el futuro rey que unificaría ambos reinos.

Tras la muerte del príncipe heredero y de su hijo, se abrió un nuevo camino para los monarcas. Con Isabel, su hija primogénita, querían establecer una dinastía fuerte que gobernara no solo Castilla y Aragón, sino que también integrara a Portugal.

 

La infanta Isabel, su hija mayor, fue una pieza fundamental en esta visión dinástica. Después de una serie de eventos trágicos, incluido su primer matrimonio con Alfonso de Portugal y su posterior muerte, se casó con Manuel I de Portugal. Este matrimonio significaba la posibilidad tangible de unir las coronas de Portugal, Castilla y Aragón.

El 23 de agosto de 1498, nació Miguel de la Paz. Su entrada en el mundo fue un acontecimiento monumental. Sin embargo, el nacimiento ocurrió en circunstancias tristes: Isabel, la madre de Miguel y primogénita de los Reyes Católicos, falleció durante el parto. Para Isabel de Castilla, el nacimiento de su nieto fue un momento agridulce, mezcla de esperanza política y profunda pena personal.

Isabel de Castilla, a pesar del dolor por la pérdida de su hija, volcó su cariño y atención en Miguel. Vio en él la realización de un sueño: una península ibérica unificada (salvo Navarra), donde las divisiones históricas entre Castilla, Aragón y Portugal llegarían a su fin. Miguel fue criado bajo la tutela de los Reyes Católicos, quienes aseguraron que el príncipe tuviera una excelente formación.

El amor de Isabel por Miguel iba más allá de las meras consideraciones políticas. Ella veía en él no solo a un futuro rey, sino a un nexo entre las generaciones pasadas y futuras de su familia. Isabel deseaba que su nieto fuera un líder que continuara la obra emprendida décadas antes.

Sin embargo, la vida de Miguel fue demasiado corta. En 1500, con casi dos años, falleció, dejando atrás un legado de aspiraciones rotas. Para Isabel, la muerte de su nieto fue una repetición devastadora de la pérdida: primero su hija, y ahora el niño que representaba la continuación de sus sueños.

La reacción de Isabel ante la muerte de Miguel fue de sufrimiento profundo con un doble duelo: el personal, por la familia que había perdido, y el político, por la visión de una Iberia unificada que ya no podría llevarse a cabo.

La Virgen de los Reyes Católicos.

Se puede apreciar a los Reyes Católicos, Juan e Isabel, que serán príncipes herederos.  1491 – 1493.

Técnica mixta sobre tabla, 123 x 112 cm.

Museo Nacional del Prado.

El emperador Maximiliano y su familia. Copia antigua de Strigel, Bernard. Memmingen, Baviera, 1460 – 1528. Óleo sobre lienzo. Academia de Colecciones.

Con la muerte de Miguel, Juana, la hermana menor de la infanta Isabel, se convirtió en la heredera de Castilla. Su matrimonio con Felipe de Habsburgo, el Hermoso, marcó la entrada de una nueva dinastía en el panorama español. Sin embargo, los problemas de Juana y la prematura muerte de Felipe desestabilizaron la transición del poder, llevando finalmente a la coronación de Carlos I o Carlos V del Sacro Imperio Romano Germánico.

La breve historia de Miguel de Paz nos recuerda las incertidumbres del destino y lo que este joven representó tanto emocional como políticamente para Isabel de Castilla. En su corta vida, Miguel encapsuló los sueños de una reina deseosa de ver una península ibérica unificada. La conexión especial entre Isabel y su nieto es un testamento de cómo el amor y la política estuvieron profundamente entrelazados.

Al reflexionar sobre la historia de Miguel, podemos imaginar cuán diferente podría haber sido la historia si él hubiera sobrevivido. Isabel de Castilla, a través de su nieto, nos muestra cómo el amor familiar puede ser tan poderoso y significativo como cualquier alianza política.

 

Por Eva María Quevedo

Directora de proyectos y gestora cultural.