Burgos, septiembre de 1464. Un grupo de nobles entre los que se encuentran Juan Pacheco, marqués de Villena y el arzobispo Carrillo, firma el documento conocido como “Manifiesto de quejas y agravios”. ¿Qué motivó esta queja tan contundente y por quién se sentían tan agraviados y ofendidos?

Sepulcro de Juan Pacheco, Marqués de Villena en el monasterio de El Parral. Segovia.
Sepulcro de Juan Pacheco, Marqués de Villena en el monasterio de El Parral. Segovia.

Reinaba en Castilla Enrique IV pero su regencia no transcurría en un clima de paz y sosiego, más bien lo contrario. Tarsicio de Azcona califica lo que estaba sucediendo como rebelión política puesto que “trató de cambiar de raíz a las personas y a las estructuras (rey, consejo y administración)”. Algunos nobles molestos con el rey, quieren mantener y acrecentar sus posesiones y rentas, en muchos casos a costa de las de la corona, e intentan mantener sus privilegios frente a sus competidores y privados como Beltrán de la Cueva. Al ver que la situación se escapa de su control, dan a conocer este manifiesto en el que exponen sus quejas y reivindicaciones:

El rey quebranta la fe cristiana, convive con infieles, con los que se relaciona asiduamente, se viste como un moro y ha adoptado sus costumbres.

Otorga cargos públicos a personas sin méritos y extorsiona al pueblo con impuestos.

Se critica el influjo excesivo que Beltrán de la Cueva, conde de Ledesma, ejerce sobre el rey “pues parece que vuestra señoría non es señor de faser de sí lo que la razón natural vos enseña”.

Se le reprocha al rey la concesión del maestrazgo de Santiago al privado del rey, Beltrán de la Cueva, cuando Juan II en su testamento lo había reservado para su hijo y hermano de Enrique, Alfonso.

Se oponen a que el privado tenga bajo su mano a los infantes, Isabel y Alfonso, sucesores legítimos al trono.

Afirman rotundamente que la princesa Juana no es hija legítima del rey.

Piden al rey que vaya a Burgos con los infantes, que convoque cortes, que revoque el maestrazgo de Santiago y lo otorgue a su dueño legítimo y que declare y jure heredero al príncipe Alfonso.

Pero todo tiene dos lecturas. Si nos quedamos en la interpretación más superficial, este es un documento en el que unos nobles se consideran mal tratados o agraviados por su rey y exigen que se respeten sus derechos y se hagan ciertos cambios.

Azcona profundiza más y analiza estas exigencias, encontrando en ellas otros propósitos.

Retrato de Alfonso Carrillo en la Sala Capitular de la catedral de Toledo.
Retrato de Alfonso Carrillo en la Sala Capitular de la catedral de Toledo.

En cuanto a la acusación de “conculcar”, es decir quebrantar la fe cristiana y vivir con infieles, en cierta medida es verdad. Parece que en realidad ese infiel se trataba de la guardia real, musulmanes mudéjares a sueldo del monarca, y como puntualiza Azcona “por razones prágmaticas más que doctrinales, (el rey) confiaba en los advenedizos más que en los naturales”. En cuanto a la extorsión mediante impuestos, hay que tener en cuenta que los acusadores eran precisamente los que estaban exentos de pagarlos pero lo que más parecía enardecerlos era el hecho de que Beltrán de la Cueva se hubiese posicionado por encima de todos ellos al recibir el maestrazgo de Santiago, una de las dignidades más “encumbradas y rentables de Castilla”. Que el rey hubiese trasladado a Isabel a Fernando como forma de control sobre ellos ciertamente es grave pero no es menos cierto ni grave que lo mismo intentaron hacer ellos en diferentes ocasiones, utilizando a Isabel y Alfonso como medio para conseguir sus fines alegando que Juana no era hija del rey y que debían reinar Alfonso o Isabel. Eso sí, bajo su protección y consejo. Finalmente la petición de que la corte se traslade a Burgos es entendida como una encerrona. Encerrona a la que no estaba invitado Beltrán de la Cueva.

Pero aquí no acaba la revolución. Falta la respuesta del rey, la reacción de los nobles, los cambios de bando… y esa es otra historia que continuará…

Por Loreto Sacristán Guijar.

Historiadora del Arte y Gestora Cultural.

BIBLIOGRAFÍA:

DE AZCONA, TARSICIO. “Isabel la Católica: vida y reinado”. España 2004. La Esfera de los Libros.

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