Presentado a la Exposición Nacional de Bellas Artes de 1860 obtiene la medalla de segunda clase, fue expuesto en la Exposición Universal de Londres de 1862 y adquirido por la reina Isabel II para decorar el Palacio Real de Madrid.

De nuevo la pintura historicista española se adentra en el reinado de los Reyes Católicos en esta ocasión para representar una escena de la acción de gobierno en tanto en cuanto los soberanos eran la mas alta autoridad judicial del reino. La peculiar composición del cuadro deja al fondo de la escena a los protagonistas, Isabel y Fernando. En actitud solemne presiden el acto en sus tronos marcados con sus iniciales. Se remarcan y resaltan las figuras de los soberanos en la circunstancia de estar iluminados con una luz mucho más potente que el resto de personajes del lienzo. A ambos lados se los monarcas se sitúan los oidores del consejo debatiendo quizá las medidas judiciales mas apropiadas dejando en primer plano al escribano junto a los maceros reales.

En la pintura también tiene cabida el pueblo llano que aparece en el lado izquierdo de la escena en el que el pintor representa un variopinto conjunto de personajes encarnando a las clases más populares del momento.